domingo, 17 de julio de 2011

Caiu

Camine con un petate bajo el brazo, los tenis a mi mano derecha, y de la mano izquierda una cesta incontenible, hermosa, de mimbre color chocolate casi blanco.
Busque el árbol más alejado, más fresco, y a la vez más alto. Extendí el petate, me acosté a ver si ese árbol, realmente era todo lo que necesitaba. Cubría los requisitos, aunque realmente esperaba algo mejor.
Me retorcía al sentir como la luz del sol se filtraba por sus hojas, llegaban a puntos estratégicos de mi cuerpo, casi creando un mapa, un camino, por el que nadie nunca lograra pasar. El tesoro escondido, o quien sabe la respuesta para la cura de todo mal.
No podía dejar atrás la música, aquella que me acompaña con el viento, y me transporta a lugares que deje atrás, pero amo, amo tanto que solo pensarlo deja más húmeda mi mirada. Un poco de bossa nova, para calentar el alma, para acompañar la soledad y darle un sentido único. Aquella sensación de bien estar y una sonrisa a lo lejos de cada comisura, labios rubí, mejillas rosadas, y mis manos picaban por estar acompañada.
Me transporte, y recordé todo aquello, como si lo estuviera viviendo en el momento. Recordé mi primer beso, tímido y necesario, 11 años tenía yo, 14 tenía el chico, Caiu. Hermoso, de piel color sol, dorada y rojiza, ojos verdes perlados, dientes blancos, sonrisa inmensa, hombros anchos, columna estirada. Fue en la playa, en el mar, mientras saltábamos las olas que jugaban con nuestros cuerpos curiosos, que deseaban sentir todo, pero estaban alejados de todo también. Me aferre a su espalda y él se volteo, me soltó un beso, delicioso, con sabor a sal. Nunca fuimos novios, pero cuando nos veíamos nos besábamos, fuerte, dejando los labios rosados de tanta presión, dejándonos la frente sudada de tanta intención.
Estar acostada bajo ese árbol, solo me hacía sentir perversa, mis recuerdos tenían una idea más calurosa de lo que pensé, de repente el mapa de luz en mi cuerpo, toco esos puntos que me hacían pensar en esos momentos.
“Buenos días”
Me interrumpió un SPI, con una sonrisa muy hermosa, una voz muy cordial, pero me interrumpió. Me senté, acomode mi blusa.
“Buenos días.”
“Disfrutando el sol, está muy delicioso, mas porque no hace tanto calor”
“Yo si tengo calor, pero no creo que el sol tenga la culpa”
“Que la pase bien señorita”
Solo hice un movimiento de cabeza y manos queriéndole decir lo mismo a él. Espero disfrute tanto como yo el calor que trate de transmitirle. Eros, a veces me persigue.
 Y todo volvió a empezar, en el momento que tenía que acabar.
Recordar es lo único que queda en esta vida, si nos aferramos a algunos deseos de volver a vivir lo que ya ha pasado… nos lleva la puta. Nunca tendremos 11 años de nuevo.



"Instituir un método que nos permita fluir en vez de huir nos dirige a construir en vez de destruir."

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