domingo, 23 de diciembre de 2012


Ignorada por un resto sin gestos

Por el vacío más completo.


jueves, 13 de diciembre de 2012

Como cerdo en matadero, he llegado a mi límite



Antes, cuando todo tal vez era más fácil (viéndolo de esta perspectiva), pero que realmente en el momento, no lo eran, evitaba situaciones para no sentirme mal, para no sentir dolor, que aunque todos estemos propensos a sentirlos, como se dice por ahí “Me guardaba en salud”.

Hace mucho no escribía en este blog, y sé el porqué. A veces ocurren cosas en nuestras vidas que cierran capítulos para dar paso a que se abran otros, o para prepararnos a lo que venga. Pero ya mis cuadernos están  abarrotados y lo más probable es que ahora necesite de espectadores, el polvo en mi librero no aporta mucho a mis papeles acumulados.
Cuando tenía como unos 8 años, vivía la vida al límite de esa edad, no me portaba bien a las espaldas de mis padres (frente a ellos era la niña más dedicada), mentía, inventaba y todas esas cosas que abarcan el ser una niña.

¿Cuál era mi límite?
Pues jugar a las escondidas con todos los chicos del edificio donde vivía (en Brasil), y orinarme en los pantalones del nerviosismo de ser encontrada, sin sentir pena de que otros me vieran, y mucho menos de lo que fueran a decir. Besarme con un chico en el segundo estacionamiento (subterráneo) y oírlo decir que “Siento algo raro” (las primeras erecciones tienden a ser, en algunas ocasiones, algo dolorosas). Tirar piedras a un edificio vecino, donde en la ventana del cuarto se veía al Sr. De la Casa, cogerse sin piedad a la domestica que gemía como cerdo en matadero (la tenía en su límite)
Así catalogaba yo mi extremo.

Pero llegó el momento en el que sentía las ganas de… parar.

Y lo hice. De una manera abrupta, de un momento al otro, y no sentí nostalgia de volver a hacer aquello, que por un tiempo me llenó. Me alejé y recuerdo que fue ahí cuando las letras vinieron a mis pensamientos, luego transferidos a mis cuadernos.
Opino que todos tenemos momentos así, más cuando sabes que estás llegando a tu limite. Incluso en situaciones personales, como lo pueden ser dejar de amar a la persona que está a tu lado,  serle infiel o incluso querer matar a tu hijo porque ya no lo soportas. En los dos primeros puntos la gente tiende a mezclaros, y creo que no tienen nada que ver.
  • ·         Cuando un hombre o mujer buscan la infidelidad es llegar a sus extremos, porque saben que su instinto animal lo exige pero su moral no lo permite. Aún así lo hacen. No por esto el amor en pareja ya no existe. Lo más probable es que solo estén pasando por una etapa muy difícil.

  • ·         Cuando un hombre o mujer dejan de amarse, es que llegaron al límite. Probablemente no se dieron cuenta, pero al verse, ya no se soportan.
En los dos casos, todo se arregla hablando por el bien de los dos. Y saben algo… en los dos casos las disculpas siempre serán bien recibidas. 
*Aclaro que solo son ejemplos de límites.

También he pasado por límites en las calles, con gente que no conozco  y prefiero no conocer, e incluso, el más clásico, el límite familiar.

Creo que estoy llegando al límite de algunas situaciones en mi vida, y por eso me he puesto a pensar en que otros momentos he pasado por ello y como los he enfrentado.
Mi respuesta a cómo enfrentarlo es sencilla. Siempre ser sincero con uno mismo y levantar la cabeza. No eres el primero o primera que ha pasado por eso, y no por ello, están viendo cómo crece el césped desde la raíz (me refiero a alguien muerto y enterrado).

Mi limite ahora es terminar bien el año, descansar un poco, y tratar de desaparecer como por arte de magia (dejando el maquillaje de lado) las ojeras que han sido mi manda de todo el año.

Y sencillamente desaparecer…

A.

viernes, 24 de febrero de 2012

No soy lineal

Esos momentos en los que al despertar te das cuenta de lo hermoso que el sol te está brindando para el día que viene por delante, suspiras, cierras los ojos, te metes debajo de las sabanas y tratas de oscurecerte al máximo. Incluso te llevas las manos al rostro por pena a lo que piensas, pero nada puede mejorar en ese preciso momento, aunque de todas formas te obligues a levantar, caminar como un zombi y morder un pedazo de pan, beber un sorbo de café negro, pero que le echas un poco de azúcar morena para ver si baja un poco la amargura.

A veces cuando viajo pensando, es por necesidad a escapar. A veces los pensamientos son tan cuadrados, porque pensamos como vivimos, y hay que darle un descanso.  A pesar de poder hacer cosas que no necesariamente sean lineales, el pensar absorbe la sociedad donde me encuentro y necesito surgir entre los pensamientos con un par de alas, o un buen tenis para correr. Y es así como durante un viaje, ver los cerros de este hermoso país me llevan a  pensar en mil cosas, en que si se levantaran a gritar por tanta maldad, o si solo moverán la tierra que les pertenecen para tener una mejor vista de los próximos millones de años. Yo escogería el mar, como los que hay en Portobelo, donde al final de la línea se ve su inmensidad turquesa. A veces desearía ser ese cerro que no se mueve y solo cambia.

Estos días he sentido la necesidad de superar mis pensamientos, de crecer el ego al que tengo tan abandonado,  por tratar de subírselo a otros. Porque sí, el ego es importante, es necesario para sobrevivir, pero debe saberse sobrellevar. El mío es muy tímido, no trata de sobresalir porque no sabe cómo hacerlo, es como buscar la manera de besar en la cita indicada, o de decirle a tu madre que te hiciste un tatuaje que dice Mamá y un corazón. Ese ego que sabes que tienes porque si no, no estarías seguro, o no harías más de tres cosas sin él, está ahí pero no sobresale. Mi ego es pasivo. Pero entiendo que la verdad y la realidad están para derrumbarme de mi gran idea de sobresalir. En lo general mis padres siempre me han apoyado en mis locuras, pero también son ellos los que frenaron muchas cosas de mi vida, que si no hubiera logrado revelarme, estaría sumergida en las sabanas oscuras, y probablemente con las manos pegadas en la nuca, mirando al piso, una sumisa. A veces siento que pienso que al todo poder realizarse, nunca le digo a nadie que no lo haga, y siempre lo apoyo, más si tengo afinidad con su persona. Porque al fin y al cabo ¿Quién soy yo para quitarle las alas a un insecto? Eso siempre me ha parecido crueldad.

Pero entiendo la realidad y sé que la crueldad hace parte de ella. A veces creo que eso es lo que me falta para encajar mejor, ser cruel.

martes, 3 de enero de 2012

Compañero y Camarada



El insomnio me ha traído un compañero. A lo lejos, solo nos sentimos cuando tratamos de dormir, al mismo tiempo, al mismo ritmo de la respiración desesperada por el descanso, a la misma hora infernal. Y es que dicen por ahí que a las tres de la madrugada salen los demonios, creo que más bien salen los míos a besar el frio piso virgen de hace ya varias horas, donde solo pasan las almas cazadoras de húmedos deseos, o de terroríficos agujeros bajo mi cama.
Y a toda velocidad voy al encuentro diario de su mirada que no trae más que esa sensación de deseo inigualable que ningun ser humano logrará arrancar, no veo bien sus ojos hasta que me toca y todo se envuelve en llamas. Su respiración que quema y desnuda casi a latigazos, donde no deja marcas, solo sensaciones.
En mis madrugadas, el me acompaña, el me devora con ansias, el se revuelca en mi cama, y a veces yo me revuelvo en la suya. Susurramos las historias de las estrellas, que se ríen ante nuestro inigualable desfile de deseos precedido por encuentros escondidos. Ellas que lo saben todo, que entienden el deseo y ocultan bajo el cósmico lenguaje nuestras necesidades ante humanos que no comprenden.
Durante mis días, trato de comerme el sol, para escupir en su boca mi polvo de estrellas a cada encuentro. Nuestra luz es el fuego de los ojos, los suspiros, los movimientos de la cadera…
Son las 4:00 a.m… el se va, yo me voy y la calle esta vacía, el cielo recibe nuestro sueño, y es hora de soñarnos.