miércoles, 30 de enero de 2013

Coco Orgásmico. Coco Cósmico


Saborear mi goma de mascar sabor a coco sentada en la orilla del mar.
Ese sabor me lleno de recuerdos solo encontrados en otra vida, y los besos del viento en mi cabello acaracolado, con el mar lamiendo mis pies haciendo cosquillas en mis muslos, un poco más adentro, y subiendo hasta tomar mis caderas, apretarlas tan suaves como dedos cálidos y resbalosos.
La primera vez que los experimente tenía alrededor de 7 años. Había limpiado el llano cortado al redor de la finca y mi abuela me había dado unos cuantos reales (moneda brasileña). Caminé con Lampião, mi perro vira lata (callejero) por la playa, que estaba a unos metros de la finca, mi objetivo era darle un baño de sal, matar las pulgas que a diario le pegaban las vacas. Cuando un vendedor de dulces traídos de Angola me ofreció 10 gomas de mascar por 0.50c y yo con la felicidad de haberme ganado esas monedas sudando, las pague.
Me senté a la orilla del mar a masticarlas, sentía como la lengua se enrollaba sola buscando las esquinas más deliciosas, escondiéndola de los dientes para no morderla de una vez.
Fue la primera y última vez que saboreé esas deliciosas Gomas de Mascar. El señor nunca más fue a la playa, y yo siempre cortaba el llano, llevaba los perros a bañarlos al mar, alimentaba los puercos, gallinas, patos, gansos, pavos… buscando un dinero sudado y merecido para poder comprar mis delicias de coco.
Pero nunca volví a ver al Sr. Angolano.
Un peón de la finca dijo que él era un alcohólico y lo encontraron ahogado en la orilla del mar. Algunos dicen que se mato por amor, y otros que por “saudades” (en rápido entendimiento significa nostalgia, pero la verdad es que este sentimiento no tiene traducción a ningun idioma que conozca. Saudades es lo más fuerte que el ser humano algún día pueda sentir, es aquello que mueve su dirección a un estado de vida más feliz) de su país. Incluso oí que estaba metido en malos caminos juntos con la Mafia Angolana y que le dieron muerte.
El día que me enteré que ya no existía… lloré.
El dolor y las saudades invadieron mi paladar. Me dolía la encía, me ardía la lengua, sentía un nudo en la garganta… ¿Qué haría sin mis golosinas de coco? Aquel sabor que invadió mi ser para quedarse. Casi se sentía como si estuviera enamorada.
Han pasado los años, y como mujer adulta, he olvidado muchas cosas. Entre ellas, aquel sabor. Solo recuerdo la sensación, y como mi cuerpo reaccionaba. Puedo hoy día decir que era como el orgasmo. Orgasmo múltiple, que hacía temblar mis rodillas y tumbarme al piso, mirar al cielo y soltar jadeos. Obviamente de niña todo se resumía a “un sabor cósmico” (estaba obsesionada con el cosmos a esa edad, incluso llegaron a decirme así algunos amigos “Menina Cósmica”)…
Desearía no olvidar los recuerdos, o al menos tratar de mantener mi reacción vista de otra perspectiva…
Deseo siempre enamorarme, aunque sea todos los días, más y  más de la misma cosa…
Deseo, deseo, deseo…
… masticar mi goma de mascar a orillas del mar.