He soñado mucho en mi corto tiempo de vida.
Siento que he soñado más que vivido, o que mi vida es un sueño, o que soñar es vida.
El resultado, son ideas nada utópicas, con un poder de alcance mas real de que muchos podían creer. Es la sencilla forma de ver realizado algunos sueños, que se transforman como la arena con el paso del mar, o que cambian de perspectiva, pero nunca se alejan de un sentido unificado... soñar.
Desde pequeña he querido ser arquitecta, sin pensar en todo lo que esto incluye, solo se me hacia mola la idea de diseñar algo que luego construirían. Que mi forma de ver las estructuras podía ser un ejemplo a seguir, la próxima frank lloyd Wright, una revolucionaria en la mente de los siguientes arquitectos, que tendrían que construir sobre el mar, dentro de el, y al fin llegar a la genial idea de casas voladoras, EL espacio ya es escaso.
Empecé a estudiarlo, sintiendo que si estaba en lo mío, pero a pesar de tener buenas calificaciones, oportunidades de trabajo en las mejores firmas de arquitectos del país, me estaba hundiendo en una depresión dudosa, llena de lagunas mentales, creadas por las incontrolables lagrimas que mi cerebro derramaba.
El sueño de una niña se vio traicionado por la madurez. La madurez de saber que las cosas cambian, incluso los sueños, y que forzarnos a lago para el resto de nuestras vidas solo nos hará seres infelices (empieza el drama, y se me va la respiración).
Dejé arquitectura...
La etapa siguiente, que era algo nueva en mi vida, ya que nunca me lo había cuestionado así, se resumía en muchas preguntas, que realmente nos dejan algo desequilibrados cuando alguien más no lo cuestiona:
1. ¿Que quieres?
2. ¿Cómo lo quieres?
3. ¿Cómo lo conseguirás?
4. ¿Te hace feliz?
5. ¿Cómo te vez en los próximos 10 años?
Por alguna razón, muchas de las preguntas, aún no las he logrado contestar.
Traté de estudiar artes culinarias, pero no funcionó, amo cocinar con las manos, no con bowls, tenedores y cuchillos especiales.
Hasta que me decidí por tratar de alimentar lo que seria un pasatiempo estable.
La fotografía.
Busque un estilo de carrera que fuera algo alternativo, que viera las artes visuales que tanto amo, desde las fotografía, al estudio del color, desde la redacción a la realización de una página web. Ahora soy publicista.
Aquí estoy, creciendo, en mi pequeño mar de ideas, donde los sueños cambian como las olas, pero nunca dejan de ser mar.
¿Cómo te vez en los proximos 10 años?
R: Sudando para seguir siendo una persona batalladora, que cuando cae en dudas, logra responderlas, y que las lagrimas solo hagan parte de un proceso de limpieza, para luego pararme con la frente en alto y continuar
...
Pero no me gustaría estar sola.
Divina Obscenidad
viernes, 23 de agosto de 2013
martes, 9 de abril de 2013
No soy que dijiste que fui
No necesito sentir que el alma se encoje.
No necesito sentir que los dientes rechinan,
que el ceño fruncido da sombra, que los puños se aprietan.
Nada de esto necesito.
Es extraño, porque ahora me siento extraña.
Siento que no soy quien conociste,
que más vale la indiferencia a la realidad.
Porque tú así lo decidiste.
Siento que a veces ya no me conozco.
Trato de pensar si todo fue real, o una siesta profunda.
No necesito sentir nada de esto.
Mientras otras raíces que decidiste arrancar,
vuelven por tu propia voluntad, siento que no debo sentir.
Ellas si importan, porque el fruto más dulce,
la lujuria mas intrépida, ellas son las jefas, ellas son las
que mandan.
Yo no soy la que debe sentir.
Y el alma en duda queda a la deriva de los pensamientos,
ideando situaciones que merezcan el trato dado.
Nunca fui raíz, nunca fui jefa, nunca fui nadie.
Por eso sentirte… ¿Para qué?
No necesito sentir nada de esto.
Ya no soy que dijiste que fui.
lunes, 1 de abril de 2013
miércoles, 20 de marzo de 2013
Imagen y Semejanza
Hace muchos años, cuando tenía unos siete u ocho, fui a pasar un fin de semana
largo (aproximadamente cuatro días) en la finca de unos tíos en el interior de
Bahia (Brasil), es un lugar en la costa, hermoso, una de las imágenes de Bahia,
Praia do Forte. En carro eran como dos a tres horas.
Fui por la euforia de conocer un lugar distinto, de estar
con mis primos con los que jugaba todo el día, de andar a caballo… Y mi abuela
me acompañó.
La imagen que tengo de mi abuela, siempre ha sido la misma
que la de mi madre. Una mujer fuerte, dedicada a los que ama, sean familia o
no, perseverante en lo que le gusta, peleona, con sed de siempre tener la
razón, pero a cambio de mi madre, muy sobreprotectora.
En ese viaje a Praia do Forte, mis nostalgias de casa, a
pesar de la diversión, del lugar nuevo, y de los caballos, creció de una manera
muy agresiva. Extrañaba a mi mamá, quería tenerla a mi lado, lloraba todo el
día, la quería, la quería, la quería.
Pero mi abuela me reconfortaba, su rostro me recordaba al de
ella, su cabello rojo como el fuego, sus ojos castaños, sus labios finos, y sus
chistes pasados de tono. Estar con mi abuela se sentía como estar con mi mamá.
Y quería estar pegada a su lado, de la manera que fuera, aunque tuviera que
lavar los platos de la cocina, o recoger los frijoles de sus vainas, mientras
mis primos iban a la playa o al rio en caballo.
Todo esto lo he recordado, porque sucedió algo parecido.
Hoy, es el cumpleaños del hermano de mi amor, digo mío,
porque así lo siento aunque nadie es de nadie, aún así amo a muchas personas, y
las considero mías (un cariño). Y estar con su familia me hizo sentir que
estaba con él, a su lado. Su padre estaba sentado frente a mí, me miraba y sonreía,
preguntaba por mi vida, y yo por la de él. Sus ojos me recordaron a los de él,
a los de mi amor. Cuando bajaba la cabeza ese espacio entre las cejas, el ceño fruncido,
me hacían recordar cuando besaba su frente.
Veía a sus hermanos, y cada uno con una esencia de el, ni
decir su madre, con ese cariño tan peculiar, esa dulzura y a la vez un tono
divertido y burlón al hablar, el se parece a su madre.
Me parece gracioso como podemos sentirnos a gusto a lado de
personas que nos recuerdan aquellas que por diversos motivos ya no están. Me
parece gracioso y a la vez le doy gracias a todos los Dioses por ello.
Gracias al día de hoy, recordé a mi abuela como mi otra
mamá.
viernes, 8 de marzo de 2013
Lápiz de Color
¿De qué color es tu vida?
¿Ella es toda azul amarilla, color rosa, gris o marrón?
¿Multicolor?
¿De qué color son tus ropas?
¿La capa de tus cuadernos?
¿Qué colores aparecen en tus sueños?
¿De qué color es tu placer?
¿Tu sueño? ¿Tu despertar?
¿De qué color son las personas a tu alrededor?
¿Qué te recuerda cada una de ellas?
¿Qué sonidos aparecen junto a cada color?
¿Qué instrumentos? ¿Qué herramientas?
¿Será que podemos cambiar nuestros lápices de color?
¿Nuestros ojos? ¿Nuestros oídos? ¿Nuestras vidas?
miércoles, 30 de enero de 2013
Coco Orgásmico. Coco Cósmico
Saborear mi goma de mascar sabor a coco sentada en
la orilla del mar.
Ese sabor me lleno de recuerdos solo encontrados en
otra vida, y los besos del viento en mi cabello acaracolado, con el mar
lamiendo mis pies haciendo cosquillas en mis muslos, un poco más adentro, y
subiendo hasta tomar mis caderas, apretarlas tan suaves como dedos cálidos y
resbalosos.
La primera vez que los experimente tenía alrededor
de 7 años. Había limpiado el llano cortado al redor de la finca y mi abuela me
había dado unos cuantos reales (moneda brasileña). Caminé con Lampião, mi perro vira lata
(callejero) por la playa, que estaba a unos metros de la finca, mi objetivo era
darle un baño de sal, matar las pulgas que a diario le pegaban las vacas.
Cuando un vendedor de dulces traídos de Angola me ofreció 10 gomas de mascar
por 0.50c y yo con la felicidad de haberme ganado esas monedas sudando, las
pague.
Me senté a la orilla del mar a masticarlas, sentía
como la lengua se enrollaba sola buscando las esquinas más deliciosas, escondiéndola
de los dientes para no morderla de una vez.
Fue la primera y última vez que saboreé esas
deliciosas Gomas de Mascar. El señor nunca más fue a la playa, y yo siempre
cortaba el llano, llevaba los perros a bañarlos al mar, alimentaba los puercos,
gallinas, patos, gansos, pavos… buscando un dinero sudado y merecido para poder
comprar mis delicias de coco.
Pero nunca volví a ver al Sr. Angolano.
Un peón de la finca dijo que él era un alcohólico y
lo encontraron ahogado en la orilla del mar. Algunos dicen que se mato por
amor, y otros que por “saudades” (en rápido entendimiento significa nostalgia,
pero la verdad es que este sentimiento no tiene traducción a ningun idioma que conozca.
Saudades es lo más fuerte que el ser humano algún día pueda sentir, es aquello
que mueve su dirección a un estado de vida más feliz) de su país. Incluso oí
que estaba metido en malos caminos juntos con la Mafia Angolana y que le dieron
muerte.
El día que me enteré que ya no existía… lloré.
El dolor y las saudades invadieron mi paladar. Me dolía
la encía, me ardía la lengua, sentía un nudo en la garganta… ¿Qué haría sin mis
golosinas de coco? Aquel sabor que invadió mi ser para quedarse. Casi se sentía
como si estuviera enamorada.
Han pasado los años, y como mujer adulta, he
olvidado muchas cosas. Entre ellas, aquel sabor. Solo recuerdo la sensación, y
como mi cuerpo reaccionaba. Puedo hoy día decir que era como el orgasmo.
Orgasmo múltiple, que hacía temblar mis rodillas y tumbarme al piso, mirar al
cielo y soltar jadeos. Obviamente de niña todo se resumía a “un sabor cósmico”
(estaba obsesionada con el cosmos a esa edad, incluso llegaron a decirme así
algunos amigos “Menina Cósmica”)…
Desearía no olvidar los recuerdos, o al menos tratar
de mantener mi reacción vista de otra perspectiva…
Deseo siempre enamorarme, aunque sea todos los días,
más y más de la misma cosa…
Deseo, deseo, deseo…
… masticar mi goma de mascar a orillas del mar.
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